martes, 8 de marzo de 2011

Y es que así debe ser, pues ahora me doy cuenta de muchas situaciones, como cuando caminé por horas con aquel grupo de fotógrafos recorriendo tus calles, capturando de manera profesional imágenes conjuntamente y de esa manera saber todo de ti a través del lente Leicca. Tan nocturnos y tú tan brillante con los faroles de la Plaza Francia, con tus coloridas paredes en Quilca, con la bella estructura casi gótica de la Iglesia San José, con el hermoso Bosque El Olivar, con el Campo de Marte que me vio crecer o aquella cándida niña de ese AA. HH. aledaño a los Humedales de Ventanilla, donde conocí tu lado en extrema pobreza y poca salubridad, pero que sin embargo fotografié para la posteridad cada detalle y cada momento y así, el resto observe cómo eres, no tan sólo en tu forma, sino en tu fondo, especialmente.
Tú Lima, panza de burro o de rata, sabes mis pensamientos, mis suspiros, alucinaciones y momentos delirantes de aventuras psicológicas; con tan sólo dar miles y millones de pasos sobre ti. No es necesario hablarte, lo sabes muy bien, sino solo basta con mirarte porque seré de pocas palabras pero sí de muchas miradas, y en todo caso… prefiero escribir.
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