De regreso a casa

domingo, 5 de septiembre de 2010

Cansada, ajetreada, adolorida, el brazo izquierdo me está matando, el llegar a casa me demuestra una vez más que el trajín de hoy (como casi todos los días) es agotador. Mi rutina inicia temprano por la mañana, una ducha rápida, el atuendo de rigor diario, salir lo antes posible de casa rumbo al instituto – sin desayuno de por medio – por falta de tiempo. Subir al bus de turno, y postrarme en el asiento hasta quedarme petrificada como una gárgola monumental, dejándome llevar por el tráfico y el desdén de lo que me rodea. Cuando, finalmente arribo al ICPNA, ingreso raudamente para mis clases matinales de inglés (8:45am a 10:15am). Al salir, me espera el ser que me ofrece el más puro afecto y amor, para desayunar juntos y luego dirigirnos a la universidad. El tiempo es preciado para ambos, al llegar al recinto universitario, me despido momentáneamente de mi ser querido, para dirigirme a mi salón, las clases transcurren desde la 1:00pm hasta las 5:30pm, durante estas horas, voy conociendo nuevos docentes, analizándolos y tal vez, conocer alguno que otro compañero en esta nueva aula en la que me hallo en este ciclo. Al finalizar las clases, casi por defecto me dirijo hasta la cdra. 12 de la Av. Brasil, para abordar el carro que me llevará nuevamente a casa. Subo a la camioneta rural, el vértigo vuelve, enciendo el iPOD e ingreso a mi mundo musical (como siempre) para poder apaciguar el recorrido tan ajetreado por los baches, rompe muelles y demás. Cuando finalmente llego al destino en el que debo desembarcar para tomar otro carro, para por fin, llegar a mi destino, me doy con la desagradable e infortuna mala suerte de hallarme (nuevamente) atascada en el tráfico por alrededor de media hora, cuando lo normal hubiera sido llegar, en menos de 3 minutos aproximadamente, pero a veces es preferible, bancarse estas situaciones en lugar de caminar, a esas horas, todas esas cuadras, arriesgándome a que me pase algo, no gracias, sé que el tramo es corto, pero no amerita el esfuerzo.


Finalmente logro salir de aquel atolladero automovilístico, tan sólo cruzó el puente peatonal y me dirijo raudamente a casa, pensando en las cosas que tengo que hacer, trabajos, archivos por revisar, buscando los ánimos para poder publicar otro post más en mi blog, ya que los visitantes (siempre al acecho) rondan por ahí para ver qué hay de nuevo. Al llegar, dejo mi abrigo y bolso sobre la cama, para ir a saludar a mi abuela que ¡oh novedad! El reloj marca las 9:00pm y como de costumbre esta frente al televisor buscando algo que ver, luego saludo a mi padre, enciendo el ordenador y hago los deberes que me conciernen, el tiempo pasa y ya son la 1.15am, el sueño se apodera de mí, y cedo completamente a él, ya que al amanecer debo regresar a mi intransigente rutina universitaria.

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