miércoles, 31 de marzo de 2010
Banda escocesa armó la fiesta en el Monumental. La interpretación de “Ya se ha muerto mi abuelo” fue también uno de los momentos estelares del concierto.
Es verdad que no fue la cantidad de gente esperada, pero los que llegaron anoche a la explanada sur del estadio Monumental para escuchar a Franz Ferdinand lo dieron todo. Y la banda también. Como debía ser.
Luego de las presentaciones de los locales Autobús y los argentinos Rey Manta (que cerraron su actuación con una pésima versión de un clásico de los Stones), la banda escocesa tomó el escenario con uno de los himnos de su álbum debut, ‘Come On Home’, que destiló esa envidiable mezcla de ritmos disco, guitarras post punk y arrogancia de dandis que ya es su marca de fábrica.
Luego llegaría “No You Girls”, uno de los sencillos del reciente “Tonight”, y varios clásicos como “The Dark of the Matinée”, “Take Me Out”, “Michael”, sin olvidar, por supuesto, la excelente “Ulysses”, cuyo coro invitó a alucinar a más de un fanático.
Una de las sorpresas de la noche llegó con el final de la primera parte del concierto, cuando se armó una segunda batería al borde del escenario para que los guitarristas aporrearan un rato los tambores, hecho que derivó en un tremendo solo de percusión que conjuró tanto a los maestros africanos como al compositor de vanguardia Steve Reich, cuyo disco “Drumming”, en los años setenta, fue una verdadera inspiración para otros músicos del Reino Unido como David Bowie y Brian Eno.
La banda se tomó un breve descanso y volvió al escenario para entonar “Jaqueline”, el tema que abre su primer disco. A su regreso, el guitarrista Nicholas McCarthy tocó realmente poseído gracias a una máscara peruana que acabó lanzando al público. También hubo gestos y citas solo para conocedores, como el grito de “Tatatatatatayayayaya” que los Saicos patentaron en “Demolición” y que el propio McCarthy deslizó en un momento culminante del concierto.
La breve interpretación instrumental de “Ya se ha muerto mi abuelo” fue también uno de los momentos estelares del concierto, con Kapranos flexionando el famoso riff de Noé Fachín sobre la base post punk de su sección rítmica. Valgan verdades: ese gesto debería ser suficiente para señalar la dirección que las guitarras de la cumbia amazónica podrían tomar si nuestros músicos quisieran trabajar seriamente las posibilidades del género y no convertirlo en una sala de museo.
En resumen. El mejor concierto de rock que el año nos ha dado hasta el momento.
Es verdad que no fue la cantidad de gente esperada, pero los que llegaron anoche a la explanada sur del estadio Monumental para escuchar a Franz Ferdinand lo dieron todo. Y la banda también. Como debía ser.
Luego de las presentaciones de los locales Autobús y los argentinos Rey Manta (que cerraron su actuación con una pésima versión de un clásico de los Stones), la banda escocesa tomó el escenario con uno de los himnos de su álbum debut, ‘Come On Home’, que destiló esa envidiable mezcla de ritmos disco, guitarras post punk y arrogancia de dandis que ya es su marca de fábrica.
Luego llegaría “No You Girls”, uno de los sencillos del reciente “Tonight”, y varios clásicos como “The Dark of the Matinée”, “Take Me Out”, “Michael”, sin olvidar, por supuesto, la excelente “Ulysses”, cuyo coro invitó a alucinar a más de un fanático.
Una de las sorpresas de la noche llegó con el final de la primera parte del concierto, cuando se armó una segunda batería al borde del escenario para que los guitarristas aporrearan un rato los tambores, hecho que derivó en un tremendo solo de percusión que conjuró tanto a los maestros africanos como al compositor de vanguardia Steve Reich, cuyo disco “Drumming”, en los años setenta, fue una verdadera inspiración para otros músicos del Reino Unido como David Bowie y Brian Eno.
La banda se tomó un breve descanso y volvió al escenario para entonar “Jaqueline”, el tema que abre su primer disco. A su regreso, el guitarrista Nicholas McCarthy tocó realmente poseído gracias a una máscara peruana que acabó lanzando al público. También hubo gestos y citas solo para conocedores, como el grito de “Tatatatatatayayayaya” que los Saicos patentaron en “Demolición” y que el propio McCarthy deslizó en un momento culminante del concierto.
La breve interpretación instrumental de “Ya se ha muerto mi abuelo” fue también uno de los momentos estelares del concierto, con Kapranos flexionando el famoso riff de Noé Fachín sobre la base post punk de su sección rítmica. Valgan verdades: ese gesto debería ser suficiente para señalar la dirección que las guitarras de la cumbia amazónica podrían tomar si nuestros músicos quisieran trabajar seriamente las posibilidades del género y no convertirlo en una sala de museo.
En resumen. El mejor concierto de rock que el año nos ha dado hasta el momento.
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